Declaración anti memes.
Cuando no tengo muchas cosas que hacer, o peor aun, cuando tengo algo que hacer, pero ninguna gana o intención de ello, suelo sumergirme en estas espesas aguas de internet, a explorar sus abisales fondos con la intención de descubrir nuevas páginas y blogs que me sorprendan, en los que encuentre contenidos nuevos, interesantes y llamativos para mi inquieta mente, o simplemente ideas, "noticias" y curiosidades que publicar aquí. En esos momentos de sencilla felicidad interior podría haber numerosos obstáculos que me hiciesen desfallecer en mi afán explorador (12 formas de fastidiar al usuario de tu web), pero aun así, yo continuo el tortuoso camino, hasta que me topo con un infranqueable muro de zarzas que se ramifican hasta donde alcanza mi vista, las cadenas o memes.
Nunca me han gustado estas cadenas que se reenvían a todos tus amigos, antes vía email, ahora entre blogs. Y si antes tenía unas cuantas razones para detestarlas, ahora se les suman otras. Mi manera de vagar por la red supongo que es similar a la de la mayoría de la gente, saltar de enlace en enlace, pero ahora que se ha extendido esta costumbre, cada vez más habitual, entre bloggers de hacer cadenas, el viaje se hace muy monótono. Cuando se llega a una nueva página, se pueden encontrar enlaces familiares, páginas a las que casi cualquier bitácora del universo enlaza, y enlaces de amigos y vecinos del autor desconocidos para el viajero. Éstas últimas son las que más llaman la atención y más curiosidad suscitan en mi, hasta que las abro y veo que su contenido es exactamente igual, en forma, en todas ellas, porque las últimas 5 anotaciones publicadas se refieren a estúpidos memes que les han enviado sus colegas bitacoreros. Como ya he dicho, nunca me ha gustado devolver estas cadenas porque mis amigos ya me conocen y saben como soy, y si quieren descubir o saber algo más sobre mí saben que siempre he estado dispuesta a quedar para tomar un café y charlar con ellos. Y si hay gente que cree que no me conoce lo suficiente es porque no se ha interesado en hacerlo, o porque yo no quiero que lo haga (mis motivos tendré).
Así que a la vuelta del viaje lo único que sacas en claro son los últimos 4 libros que han leido, la comida favoríta para un martes 21, el cómo se atan los zapatos y el nombre de la mascota de un montón de gente que no conoces, y que probablemente no vayas a conocer en la vida. Claro, con estos datos se puede hacer un estudio estadístico muy interesante para publicar en mi bitácora, pero una termina tan rayada que hasta dan ganas de autoflegelarse como castigo por perder tanto tiempo en algo tan poco productivo y ponerse a hacer lo que realmente tenía que haber hecho antes de conectarse a internet. Algunos pueden pensar que los test que se propagan de blog a blog en el fondo son iguales o equivalentes a estos memes, y en parte tendrían razón porque son muchas las bitácoras que se nutren de ellos, pero al contrario que los memes, estos tests sí me llaman, a veces, la atención, y pierdo los 5 o 10 minutos de rigor (es que mi nivel de inglés deja bastante que desear) en contestarlos, solo por ver qué tipo de preguntas realizan y las conclusiones que sacan de mis respuestas. Aun así, tampoco posteo todos los que encuentro, y de hecho hasta hace poco no publicaba ninguno, porque creo que hay cosas más interesantes que puedo aportar a este espacio (aunque últimamente sean muy escasas).
Por estas razones me declaro publicamente en contra de los memes.
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El Lehendakari -